La disminución de la ingesta de
sal en la población es la intervención de salud pública más costo-efectiva para
reducir la hipertensión. La OPS/OMS recomienda consumir menos de 5 gramos de
sal - o 2.300 miligramos de sodio - al día, sin embargo, en las Américas el
consumo de sal es el doble: casi 11 gramos en la mayoría de los países.
Aunque en la preparación y al
comer las personas agregan sal a las comidas, una gran parte del consumo de
sodio proviene de los alimentos procesados, envasados y listos para consumir.
Evitar este tipo de alimento, y
privilegiar los naturales, frescos y los libres o bajos en sodio, es una de las
principales recomendaciones para reducir el impacto de la sal en el organismo.
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